viernes, 20 de agosto de 2010

La suma de los días

El libro, La suma de los días de Isabel Allende, llevaba meses en mi estantería, esperando, supongo, al momento idóneo para ser leído.

No sé por qué se quedó ahí cuando lo compré, imagino fue una de esas compras que hago para el verano o cuando no tengo libros para leer y me pasó por la librería en busca de ese que me encantará. Porque, en general, para mí la palabra me gusta, es poco; necesito que me encante y sí este verano los dos libros que he leído me han encantado.

La suma de los días, lo estoy leyéndo con estusiasmo y deleite y al mismo tiempo, paro en sus cortos capítulos para saborearlos. A veces, creo, que no quiero que se acabe. No había vuelto a leer nada de Isabel Allende desde La casa de los espíritus -hice un intento con le Plan infinito, pero no consiguió atraparme- y ha vuelto a conseguir engancharme entre sus páginas.

Es una gran contadora de historias. El libro tiene tantos personajes, una familia, amigos, una tribu entera, como dice ella, cuyas historias de amor y dramas personales darían para muchas novelas, seguramente como en cualquier familia, sólo que ella sabe contarlo magistralmente.

Es un recorrido por su vida, dando pinceladas de aquí y de allá, retratando a todas las personas importantes de su vida y de aquellas otras que, se han formado parte de las historias y que merecen también ser retratadas, todo con un magistral ingenio, frescura y sentido del humor; sin dejar pasar, por supuesto, los sentimientos y emociones que en su modo de describirlos te lleva hacia ellos, sin remedio.

Os lo recomiendo, aunque esto de los libros, es como todo, a uno puede encantarle por la maraña de emociones que describe y para otros, justo eso puede hacer que no le guste. No obstante, ahí queda.

Un día os contaré la sintonía que he encontrado leyéndolo y lo mejor de todo, para mí, es que despierta mi ánimo de escribir.

También ha dado para un montón de citas que iré compartiendo aquí desde el rincón tranquilo y sereno de las palabras.

jueves, 19 de agosto de 2010

A ti, que sin yo saberlo, te vuelves hacia mi y me miras

El verano, el mar, nuevos paisajes me alejan de la casi cotidiana tarea que inicié hace un año: escribir en este blog. ¿Para quién? nunca supe exactamente de mis lectores, salvo contados casos. ¿Para qué? tampoco se supo bien, quizá porque escribir me aligera el alma, me seduce y entretiene, quizá fue por eso, y aquí sigo.

Abriendo una ventana al mundo mágico de las palabras, haciendo puzzles con ellas, como dije en mi perfil; hilando secuencias de versos que quizá hasta consiga ritmo y dejándolos caer sobre un río, un mar, un océano o la confluencia de todos ellos donde alguien cómodo en su barca de navegante incansable de la vida los ve pasar.

Quizá sólo sea una persona, o quizá sean más, pero mis poemas, mis escritos seguirán aquí, dejándose caer, paseándose suavemente, por si alguien, como tú, por ejemplo, hoy está aquí navegando sobre el río de la vida y hace una parada silenciosa, tranquila en este pequeño remanso del camino. Mi camino que se cruza un día más, con el tuyo. Féliz día.

Libros de lectura

  • El Alquimista. Paulo Coelho
  • El manuscrito Carmesí. Antonio Gala
  • La sombra del viento. Carlos Ruiz Zafón
  • La sonrisa etrusca. Jose Luis San Pedro
  • La suma de los días. Isabel Allende
  • La vieja sirena. Jose Luis Sampedro
  • Los pilares de la tierra. Ken Follett
  • No digas que fue un sueño. Terenci Moix